Carolina Marín es una deportista de élite española nacida en Huelva en 1993. Esta chica ha traído al bádminton español grandes alegrías en lo que a títulos se refiere: europeos, mundiales y juegos olímpicos. Con un oro en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, 3 oros mundiales en 2014, 2015 y 2018 y 4 oros europeos en 2014, 2016, 2017 y 2018. Además, de haber ganado 4 Super Series Premier, el All England y el Abierto de Malasia en 2015, y dos Abiertos de China, en 2018 y 2019. Pero es que no solamente la alegría ha sido deportiva, porque hemos descubierto a una persona capaz de transmitir, por su ejemplo, valores de valor incalculable, que veremos más adelante.
Carolina cuando tenía unos 9 años, ya jugaba al bádminton, pero según cuenta era muy mala y tenía un horrible mal perder. En España éste nunca fue un deporte mayoritario y apenas era conocido. El bádminton es predominantemente un deporte asiático. De hecho, en estos países es el deporte rey. Aún así, Carolina a pesar de su mal perder, quiso seguir probando a ver cómo se le daba este deporte de raqueta. Lo que sucedía es que rompía raquetas, se enfadaba y gritaba mucho. Su padre le dijo que esto no podía seguir así, que si rompía una raqueta más no le volvería a comprar una nueva. Carolina lo comprendió a la perfección y se tuvo que controlar mucho para no estampar la raqueta contra el suelo.
«Y gracias a eso hoy en día soy lo que soy, y no sé cómo agradecerles a mis padres todo lo que han hecho por mí».
– Carolina Marín
Fernando Rivas, su entrenador con el que lleva trabajando 15 años, vio a una chica con muy mal genio, sí, pero con unas características especiales. Vio que aún no sabía nada de técnica ni de táctica, pero de laguna manera reinaba en la pista. Fernando quiso llevarla a Madrid, al Centro Nacional, pero fue complicado por lo jovencita que era, tan solo 13 años. Sus padres por entonces estaban pasando por una situación matrimonial muy complicada, terminaron separándose. A su padre le costó desprenderse de ella para que pudiera irse a Madrid a entrenar. Con mucho esfuerzo y sacrificio llevaron a su pequeña a Madrid para darle una oportunidad, ya que es lo que Carolina quería hacer. «Y gracias a eso hoy en día soy lo que soy, y no sé cómo agradecerles a mis padres todo lo que han hecho por mí».
Exigencia, exigencia y exigencia
Decidir algo es desechar. Y para llegar a ser el mejor hay que desechar tanto. Casi nadie está dispuesto a renunciar.
– Fernando Rivas, en el documental de Prime Video
En todos sus años de carrera deportiva, Carolina ha tenido que hacer infinidad de sacrificios. Debido a los objetivos tan altos que se ponía, su entrenador Fernando actuaba en consecuencia exigiendo al límite en cada entrenamiento. Esto, como es normal, ha generado muchos momentos de tensión y de discusión. Además, a medida que Carolina fue madurando, la rivalidad por tomar las decisiones era mayor. En la fantástica docu-serie que Prime Video ha realizado sobre Carolina Marín, Fernando cuenta que: «Decidir algo es desechar. Y para llegar a ser el mejor hay que desechar tanto. Casi nadie está dispuesto a renunciar. Yo he dejado de apostar por gente, que sé que salen por la noche. Se que no se cuidan. Siempre que Carolina hacía cosas de adolescente, cosas que iban en contra del objetivo que decía que quería, yo la cogía y le decía: “Vamos a la pista de atletismo. Vamos a ver, ¿lo que has hecho, te acerca o te aleja?”. Entonces lo que hacíamos era caminar haciendo curvas. Y yo le explicaba que desde donde tú estás hasta la medalla, el camino por el que menos se tarda es el recto».
Su madre, Toñi Martín, cuenta que le dijo su hija: «»Mira mamá, ya no voy a salir con mis amigos. Porque, mamá, ellos no entienden que no puedo beber”. A mí me duele que empiece a alejarse de los amigos. Pero si estos amigos no están comprendiendo el nivel de ella…»
A lo que Carolina argumenta a continuación: «Puedo contar a mis amigos con los dedos de la mano y creo que me sobran. Porque tengo muy pocos. Yo sé que cualquiera no acepta mi vida, y las parejas que he tenido no la han aceptado. He perdido muchas cosas, yo lo sé. La adolescencia se me ha pasado volando. Y que la vida pasa, y sé que esos momentos son imposibles de recuperar. Y que ha sido en un abrir y cerrar de ojos, que dices, tengo 14 años, y de repente ya tengo 26. Pero creo que ha merecido la pena, porque me han llegado todas las recompensas que yo de pequeña soñaba».
Su entrenador
Fernando Rivas fue jugador de bádminton. Hace unos 30 años que comenzó en este deporte, en su colegio en Granada. Fue una casualidad. Cuenta que comiendo en un restaurante con unos amigos de sus padres y sus hijos, estos se apuntaron a bádminton, tenían un raqueta de sobra y se pusieron a jugar en la calle. Al día siguiente le invitaron a jugar un campeonato escolar. Allí comenzó, a los 11 años.
Fue jugador de bádminton hasta los 20 años. Él ya sabía que no se iba a ganar la vida de esa forma. Al estudiar en la universidad Ciencias del Deporte, se empezó a interesar por la aplicación de las metodologías y por la aplicación al entrenamiento. Y fue por entonces cuando esa transición de jugador a entrenador fue cobrando forma en el entrenamiento a niños.
Estudió en Granada, Francia, Holanda, Inglaterra y Alemania. Combinó métodos de entrenamiento del voleibol, atletismo y balonmano. Incluso incorporó el yoga para trabajar la pelvis…
– Javier Rivas es el arma secreta de Carolina Marín
Por entonces, a Fernando le sucedió algo muy común en las personas que comienzan un emprendimiento. Es lo que se conoce como síndrome del impostor. Es como esa vocecilla que te dice: tú no puedes, no va a funcionar, no pierdas el tiempo con estas tonterías, no eres lo bastante profesional ni tienes la experiencia para llevarlo a cabo… Esto le sucedió cuando comenzó a entrenar a los chicos y su método era ”demasiado novedoso”. El síndrome del impostor le hacía perder la fe. Era algo muy diferente a lo que se venía haciendo. Además de que, al no haber sido buen jugador, para la mayoría de la gente eso no le podía hacer un buen entrenador.
Si cambiamos, ¿qué es lo peor que puede pasar, que sigamos siendo malos?
– Fernando Rivas. Entrenador de Carolina Marín.
En el primer curso de entrenadores al que asistió Fernando como profesor, hizo esta pregunta: «Vosotros decís que mi método no sirve. Hemos hecho esto durante muchísimos años y España no es un país predominante en bádminton, somos malos. Si cambiamos, ¿qué es lo peor que puede pasar, que sigamos siendo malos? Y seguramente en el camino, podemos ganar muchas cosas y podemos aprender. Fue una pregunta que invitó a la reflexión».
Argumenta Fernando: «Mi metodología de entrenamiento la puedo decir, porque hay que saber hacerlo y hay que saber entender la individualidad de cada uno. Se trata de sincronizar de la mejor manera posible los cuatro elementos del entrenamiento, que son: técnica, táctica, preparación física y mental. Hacer eso no es fácil. Ahí es donde está el secreto».
Un palmarés impresionante
Al principio del artículo ya hemos enumerado los campeonatos que Carolina Marín tiene en su haber. Pero especialmente en Rezamos por ellos queremos profundizar más en su persona. Desde los 14 años no hace otra cosa que entrenar. Y se considera ordenada como jugadora y como persona. Carolina es muy humilde, imprescindible en el mundo del deporte de élite, una capacidad de trabajo que solo pensarlo cansa y ha sido capaz durante todo su carrera de obedecer a su entrenador Fernando en momentos personales muy complicados. A la familia le da mucho valor al igual que sus amistades y es una mujer vital, alegre, le gusta el flamenco, como buena andaluza.
Carolina confirma que el deporte le ha hecho madurar mucho: concentración, perseverancia, atención por los detalles, paciencia… Esta última cualidad la tuvo que trabajar debido a su lesión de rodilla.
Lesión del ligamento de rodilla
El documental de Prime Video se centra mucho en esta etapa de la lesión y su evolución. Se produjo durante el partido de la final del Masters de Indonesia (enero de 2019). Pasaron casi 8 meses hasta que se recuperó casi al 100%. Ver esa recuperación y la forma en la que entrenaron es espectacular. Ella quería salir a competir lo antes posible, pero tuvo que ejercitar la paciencia, lo más importante que aprendió en esos meses.
Después de la recuperación (septiembre 2019), participaron en el Abierto de Vietnam y perdieron en la primera ronda. Fue un golpe bastante duro, pero probablemente un paso necesario para lo que se vendría pocas semanas después.
Pasando por encima de esta derrota, fueron a competir al Abierto de China, y adivina qué… ¡lo ganaron! La final, contra Tai Tzu Ying, fue una remontada para el recuerdo, porque Carolina perdió el primer set, de los tres que se disputaron, los otros dos los ganó ella. Ni Fernando creía en la remontada: «Ha sido brutal. Creo que no se lo esperaba nadie, ni yo. Cuando dije que iba a volver mejor… ahí la tienes, no podía ser de otra manera. Recuerdo un día, hace poco, que estaba de bajón en un entrenamiento, le dije: ”mira Carol, tú eres una tía muy fuerte, casi no puedes ser más fuerte; si hay algo que te va a hacer más fuerte, es esto. Cuando salgamos de aquí lo vas a ver, tú tranquila y confía. Y así ha sido”». Por su situación familiar, Fernando, coincide que no puede desplazarse a los torneos con Carolina, pero pudo dar instrucciones por móvil.
Una pandemia, una gran perdida y los Juegos Olímpicos para 2021
Este 2020 ha estado lleno de contrariedades para Carolina Marín. Todos hemos vivido en nuestras propias carnes las consecuencias de la pandemia, no hace falta explicar mucho más. Y eso ha afectado al deporte, al bádminton también claro. Los Juegos Olímpicos de Tokyo se han aplazado a julio de 2021. Esto, dicen Fernando y Carolina, les ha venido de perlas, porque no se sentían al 100% para los Juegos y la pandemia no les permitía entrenar con raqueta, solamente realizar entrenamiento físico en casa para no perder la forma.
Ella siempre dice que de todo lo malo se pueden sacar cosas buenas y positivas. En el confinamiento está viviendo con su madre y se dio cuenta de que no le daba besos ni abrazos, cosas básicas de las que nos olvidamos. Cuenta que se ha hecho más fuerte y resta importancia a algunas cosas. En el caso de la lesión de rodilla fue así cuando en julio de 2020 falleció su padre. Dice que ha sido con lo que más ha sufrido en todo su vida, su relación era muy estrecha. Pero son situaciones que nos enseñan mucho, nos sirven para seguir adelante.
Algunas fotos de sus victorias
Por todo esto, y porque tenemos la responsabilidad de cuidarnos los unos a los otros, rezamos especialmente por Carolina Marín y Fernando Rivas y sus futuros proyectos personales y profesionales.
Muy unidos en oración.